Hace unos días, mientras trabajaba frente al ordenador por la mañana, de repente llamó por teléfono un cliente del que hacía tiempo no teníamos noticias. Me indicaba que estaba en la ciudad y con voz de preocupación me preguntaba si podía pasarse por el despacho para que le revisásemos con urgencia un par de documentos, pues tenía cita a última hora de esa misma mañana para reunirse en la notaría con los que pasarían a ser sus ex socios, para firmar además de la compra venta de sus participaciones sociales, otros documentos para dar por cerrada la relación. Sí, esa misma mañana.
Llegó al despacho una media hora después, visiblemente apresurado. Revisamos los documentos y hablamos con los abogados de la otra parte para modificar algunos aspectos de los documentos a firmar. Le ofrecimos acompañarlo a la firma en la notaría; él, consciente de que los abogados de la otra parte estarían allí y de que seguramente habría modificaciones de última hora, nos dijo que se sentiría más tranquilo si nosotros también acudíamos a la firma. Pocos minutos después estábamos ya en la notaría.
Modificaciones de documentos arriba, modificaciones de documentos abajo, que si esto te lo acepto, que si esto otro no, que si ahora el notario ha de salir, que si ahora ya estamos todos, se firmaron los documentos después de unas cuatro horas.
Pues todo esto para decir que, a veces, los clientes no llaman al abogado por intentar evitar costes o porque creen que la labor de éste es innecesaria en determinadas operaciones y acaban siendo ellos mismos, sin asesoramiento legal (y a veces mientras la parte contraria sí que está siendo asesorada), los que negocian o redactan los documentos que tienen que firmar, sin ser conscientes de que una vez firmados, están obligados por lo que han pactado en ellos y sin ser tampoco conscientes de que, en ocasiones, aquella cláusula a la que no dieron importancia o que creían que tenía un determinado significado, les perjudica, dándose cuenta únicamente cuando ya es tarde y está todo firmado.
Y todo por no haberse asesorado previamente, cuando todos tenemos claro que es mejor prevenir que curar, aunque sea en el último momento, como en el caso que les explicaba al principio…
Mònica López